Cambiar el curso de las aguas

Si no puedo cambiar el curso / de las aguas de este río entonces / derramaré sal sobre ellas / si hay cosas que no se pueden ordenar / entonces / sumergiré mi cuerpo en una tina / hasta que deje de arder

CAMILA BLAVI

Seguramente diremos ecología y se nos presentará una imagen apocalíptica. Luego, seguramente diremos arte y pensaremos en la dificultad de situarlo en este panorama. De seguro otras sensibilidades nos hablarán de Antropoceno y del fin de la humanidad como la conocíamos. Luego vamos a escuchar que los dispositivos son formas de control, que las máquinas nos moldean. También escucharemos que existen los aparatos estéticos. Que los aparatos son parte de una tecnología que devorará el mundo, y que los aparatos estéticos llegarán a configurar lo que sentimos, en palabras de J. L. Déotte. Probablemente en el mundo del arte imaginaremos cómo se vería un aparato y cómo se vería un dispositivo, cómo estos conceptos se concretan en la materia de los artistas. Seguro que queremos eso, la fusión intelectual utópica. Nos encanta cómo la idea se puede materializar y el mundo tiene entonces sentido.

Catalina Giacaman y Juan Pérez, esta vez en Galería Animal (8 de agosto al 7 de septiembre), fusionaron dos momentos de sus investigaciones sobre la lluvia: “Viaje a la lluvia” y “Aparatos de observación pluvial”. Por un lado, tenemos las cerámicas y los archivos pluviales, una variedad de esculturas que han absorbido en el tiempo el impacto de distintos tipos de lluvia en ceniza. Bajo la misma premisa, también está el gofrado sobre papel, que recogió con sutileza algunas huellas que parecerían designios secretos con una partitura del más fino diseño. En el entremedio, situaron el aparato Transmisión, un conjunto grande de platillos de bronce dispuestos a distinta altura para transmitir el ligero sonido del agua que impacta en los metales, como si una batería delicada reprodujera una composición sin principio ni final aparente.

Todo este montaje, ya desarrollado a lo largo de los años, habla de un impulso de expansión, dejando todo intento de revelar o representar. Aquel sonido hipnotizante de la lluvia, esa constancia majestuosa, acá puede mostrar una cara nunca antes vista.

Ante lo donación del cielo, los AOP diseñan caminos y desembocaduras a nuevas vivencias. Ante la captación y la fijación de las imágenes de la naturaleza, los AOP responden con entrelazamiento múltiple y alianzas. Ante el control de los dispositivos y aparatos, los AOP responden con colaboración y ensamblajes. Ante la investigación asimétrica de lo natural, los AOP se dejan investigar para hacer florecer un mensaje inconsciente del cielo. Los AOP abren nuestra imaginación material: no solo porque cambian el curso de las aguas para crear sutilezas nunca antes vistas, o para dar continuidad a este fenómeno pluvial, sino porque dan pistas para pensar cómo podría verse un aparato que establece una relación más armónica con el entorno y el clima.

La imaginación se abre a horizontes donde la división máquinas y naturaleza pierde sentido. Y, por consiguiente, la división entre naturaleza y pensamiento también. Los AOP rompen varias dicotomías. Por eso es que el título de este conjunto de obras –AOP–, a primera vista científico, escondería un guiño, un desplazamiento de nuestra típica forma de pensar una investigación, las tecnologías y el arte. Estos campos se entrelazan, dándole frescura a la inteligencia, abordando el problema desde prácticas que se concretan con resonancias y objetos. Los AOP nos invitan a imaginar horizontes más expansivos de la materia: cómo esta desafía percepciones, palabras y nombres, y así a los conceptos y sus órdenes, haciendo de la lluvia un agente con otras potencias de escucha. Cómo el fenómeno lluvia, mediante nuestra paciencia y delicadeza, también nos puede guiar a una nueva forma de crear objetos.

Contra todo pronóstico, la lluvia podía relatar otros mensajes.

Lo más intenso del trabajo de Catalina Giacaman y Juan Pérez es que han sabido llevar la trama teórica a la trama vivencial, de una manera natural, fluida y acuosa. No hay forzamiento, representación ni intentos de imponer al agua una conciencia estancada. Como la más antigua alquimia, estas artistas de la lluvia han sabido transformar estados de la materia, cambiar el curso de las aguas, y así moldear objetos que antes no conocíamos. “La materia es una exploración imaginativa” (Karen Barad). Ese tránsito, a la vista tan simple, nos invita a una realidad que se abre a lo múltiple del entorno, a las conexiones imprevisibles que nos plantea la inteligencia de la materia. Dejando de lado un pedacito de limitada humanidad para abrazar las partículas más íntimas de lo viviente.

[Aparatos de observación pluvial (AOP) de Catalina Giacaman y Juan Pérez en Galería Animal]