Dos corrientes opuestas integradas en la unidad de cada cosa
«Bellaaa…..Bella….BELLAAAAAAAAA!»
Las chicas superpoderosas, La cuarta hermana, 2022
En 1968, Yasunari Kawabata se alzó como el primer japonés en ganar el prestigioso Premio Nobel de Literatura. En su conmovedor discurso titulado «El Bello Japón y Yo», Kawabata nos sumerge en la maravilla de los paisajes y lo que él denomina «lo estético». Cuando contemplamos la belleza de la nieve, la luna llena o los cerezos en flor, es decir, cuando despertamos ante las maravillas de las cuatro estaciones y nos conectamos con ellas, es entonces cuando nuestros pensamientos se dirigen hacia aquellos a quienes amamos. Deseamos compartir con ellos esta felicidad que experimentamos al encontrarnos con la belleza.
Casi dos siglos antes de Kawabata, en la época conocida como el «Siglo de las Luces», Immanuel Kant exploraba el tema de lo estético y la belleza, pero desde otro punto de vista. A diferencia de las perspectivas contemporáneas que suelen enfocarse en el arte, la visión de Kant gira en torno a una belleza que se relaciona más con los productos de la naturaleza que con el arte. Sin embargo, las luces cambian, evolucionan, y pueden ser interpretadas como experiencias, en este caso, una experiencia estética.
La exhibición «Otro Mundo» surge a partir de un recuerdo de la infancia del artista. Paseando en verano por las calles de Santiago, observó un rayo de luz −que en este caso no tenía nada de kantiano− que iluminaba una botella de Pap que un obrero de la construcción llevaba consigo. El resultado fue una aurora de colores que expandía los colores de la bebida. Esa luz que borraba los límites de las formas, invitaba a la creación de un nuevo mundo que daba vida a las sombras, como un intento de dar respuesta al enigma que nos provoca ese comienzo de oscuridad. El reflejo duró apenas cinco segundos, pero la experiencia perduró eternamente en su memoria. Esta mirada silenciosa y sensible revela el misterio detrás de la exposición: la belleza del equilibrio.
La Bilz y la Pap son referentes de este equilibrio, donde la luz y la sombra, al igual que el yin y el yang, se entrelazan en una danza armoniosa. Más allá de una bebida refrescante, representan la conjunción de opuestos que crea una experiencia estética única, recordándonos que la belleza puede manifestarse en las formas más simples y cotidianas de la vida, al fin y al cabo son dos corrientes opuestas integradas en la unidad de cada cosa. El equilibrio de las esculturas del artista nos recuerda esta sinergia: amorosa, constante y evolutiva.
Esta bebida chilena celebra la armonía que surge de la unión de elementos contrastantes. Así como Kawabata encontraba la felicidad al compartir la belleza del paisaje, el artista nos invita a compartir su experiencia a través de la exposición y lo que se considera como “lo bello”. El slogan “yo quiero otro mundo” resuena en las servilletas amarillas y rojas, en el ojo del cristal, en las invitaciones amistosas. Creo que Kawabata encontraría en esta muestra una belleza que no solo se encuentra en el paisaje, sino que también en el balance de los afectos.
[Otro mundo de Antonio Castillo en Galería Espora / colabora Francisca Chacón]