MEDIO CIELO de Macarena Cortés
Medio cielo de Macarena Cortés bajo la curaduría de Fernanda Aránguiz M., es una exposición que se desarrolla en torno al «gesto» entendido como una acción que, aunque simple, hace posible abordar lo inabarcable, contener lo incontenible y conectar lo distante.
En tanto todo lo que pisamos es suelo, el resto del espacio que habitamos es cielo. Así, la muestra busca evidenciar la conexión que subyace en nuestro habitar un entorno de dualidades y mediante códigos que, aún desde una estricta y a veces insuficiente convencionalidad, no cesamos en utilizar para intentar definir y entender nuestra experiencia del mundo.
Bajo la definición de Corajoud (1981), «el paisaje es el lugar donde el cielo y la tierra se tocan». La línea de horizonte marca una parte (más no un principio) de la forma en que percibimos el mundo; esta nos muestra desde un yo vertical, ser único con la mirada focalizada de un observador que se encuentra situado en algún tipo de base[1]. Desde este punto de vista, la perspectiva lineal entregó diversas herramientas para el desarrollo/orientación del entorno, paradigma que se encuentra en cuestión ante el avance de nuevas tecnologías que han entregado nuevas formas/medios para conectar con el territorio.
Históricamente, en la pintura occidental la perspectiva funcionó como invento para engañar al ojo y estetizar el fenómeno complejo implicado en ese afuera que culturalmente llamamos paisaje. En efecto, determina que nuestra capacidad de “ver” se ha formado, en gran parte, por hábitos y convenciones, llamando realidad a la manipulación de puntos de fuga que se centran en el ojo del espectador. Alain Roger en Breve tratado del paisaje expone, en relación a la pintura de paisaje occidental, que “re-presentar es suficiente para arrancarle su naturaleza a la naturaleza”[2]. Sin embargo, una de las ideas importantes de la pintura occidental que desarrolla Roger, siguiendo a Oscar Wilde, es que “es nuestra inteligencia lo que le da la vida a la naturaleza. Las cosas son porque nosotros las vemos, y la receptividad así como la forma de nuestra visión dependen de las artes que han influido en nosotros”[3].
En el intento por contener lo incontenible y encuadrar lo visible, aparece un arriba y un abajo, ventanas que entregan diferentes formas de ver, mirar y observar un entorno. Recordar que lo que une al cielo con la tierra es la presión atmosférica, que detrás de cada horizonte existe otro horizonte, entrega un antecedente concreto de que entre el cielo y la tierra sólo existe un vacío, y encontrar en ese vacío la posibilidad de narrar algo nuevo es aprovechar las nuevas aristas y las nuevas tecnologías para seguir imaginando/creando nuevos horizontes. Por esta razón, Medio cielo busca nuevas narraciones sobre el desplazamiento de esta línea, ya sea por medio de la materialidad, la forma y/o la abstracción del lenguaje, preguntando ¿es posible un paisaje sin cielo? Resolviendo que basta un pequeño gesto para transformar una C en una S y como es arriba es abajo, aún entre múltiples edificaciones y con vista al cielo sólo a través del reflejo de las ventanas de los edificios de enfrente, si existe un cielo es porque estás mirando desde el suelo.
Fernanda Aránguiz y Macarena Cortés.
Exposición MEDIO CIELO en @550_ep
[1] Hito Steyerl. Los condenados de la pantalla. Traducción de Marcelo Expósito. Argentina. Caja Negra Editora, 2020, p. 17
[2] Roger, Alain. Breve Tratado del Paisaje. Edición Javier Maderuelo. Traducción Maysi Veuthey. Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2007. p.16
[3] Roger, Alain. Breve Tratado del Paisaje. Edición Javier Maderuelo. Traducción Maysi Veuthey. Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 2007. p.19