IMPRECISIONES TEMPORALES

Hay hojas secas por todas partes, incluso en las cunetas. Mire donde mire, las veo a montones. Caen de los árboles a mi paso. No puedo avanzar sin que mis pies tropiecen con ellas. Deberían hacer algo al respecto. Deberían tomarse la molestia de coger un rastrillo y dejar esto como es debido.

Raymond Carver

 

Mera coincidencia es una exposición colectiva integrada por seis pintorxs que centran su trabajo en imágenes en apariencia insustanciales: visiones borrosas de vacaciones olvidadas, capturas análogas de objetos cotidianos, detalles de situaciones urbanas fortuitas, instantes de contemplación vacíos, ensimismados, sensiblemente insignificantes, demasiado poco relevantes para ser puestos en palabras. Cuestión de pupila y no de discurso, el lugar propio de la pintura. En esta muestra participan Elisa Alcalde, Milla Gutiérrez, Natalia Godoy, Luis Gómez Valdevenito, Santiago Llanos y Antonia Teillery.

La articulación del género que conecta las distintas obras de esta exposición supone definiciones vinculadas a cualidades descriptivas y prosaicas, que expresan un acercamiento desinteresado hacia el medio pictórico entendido como el territorio de conquistas, castigos y desventuras que marcaron estilística e intelectualmente a la modernidad y posmodernidad. Más bien reafirman de un modo elocuente lo que la pintura es como práctica y disciplina, fuera del juicio validador de las luchas por la definición de arte. Su honestidad es eminentemente comunicativa, se trata de pinturas que nacen para ser vistas, para encontrar en quien mira un recuerdo parcial de una experiencia óptica descartada e imprecisa.

Este lenguaje realista habla de situaciones genéricas ocurridas hoy, hace algunas semanas o que sucederán pronto, a la vuelta de la esquina, en cualquier momento. Esta falta de sujeción temporal responde a detalles epocales secundarios. Por esta razón, los contrastes iconológicos presentes en estas obras parecen no tener mayor relevancia. En su lugar, el interés se enfoca en una conquista velada sobre ciertas condiciones perceptibles que gatillan un estado particular en el espectador. Ese algo vibrante, difícil de situar y determinar, que se encuentra entre lo representado y el gesto matérico-cromático que lo representa. Lo importante para estxs pintorxs tiene que ver entonces con la traducción, el encuadre, la atmósfera, el motivo tomado sagazmente de un encuentro azaroso, y por sobre todo el proceso que su construcción visual y su puesta en marcha impone. Si vamos un poco más lejos, la búsqueda de un tipo especial de belleza.

Para el pintor y escritor Adolfo Couve esta categoría era algo siempre huidizo. Caracterizaba la belleza como deslucida, áspera, modesta, amarga, mínima. En este grupo de artistas hay una suerte de inclinación que tiende a imágenes y evocaciones melancólicas. Un ojo que aprecia con particular conmoción los arreboles y los colores locales producidos por el sol en invierno. La felicidad triste, los momentos suspendidos, el sonido de las cosas ocurriendo. Aves, cachorros, automóviles, utensilios domésticos, balnearios, piscinas, encuentros familiares, amigos, vistas nocturnas, rincones citadinos, arreglos florales, fuentes de soda, jardines. Todo extremadamente común y corriente.

El marco de la pintura confunde y disuelve en su lenguaje manual los referentes de origen, provenientes ya sea del consumo digital o de capturas en negativos tomadas in situ o arrancadas de revistas y páginas de internet. Este modo de creación viene dado por la búsqueda y el encuentro. En este caso: una disposición frente a lo efímero, lo casual, lo inadvertido, lo innecesario. El o la realista es siempre un testigo, observa desde los márgenes la forma en que las cosas acontecen, identifica la belleza que aflora fugaz entre vertiginosos caudales de causas y efectos. Esta no le parece gran cosa ni tampoco puede explicarla, pero en su obra intenta alcanzar el génesis que la provoca. Como relata Antón Chéjov: «todos contemplan la puesta de sol y a todos, sin excepción, les parece que es terriblemente bella, pero nadie sabe ni podría decir en qué consiste esta belleza».