De timbre y tientas

1

Despliega destellos inscritos en un espacio euclidiano: una letra A, un par de guiños, un reflejo convexo y un átomo que respira. Post festum. La ley del mínimo esfuerzo y la extensa paciencia. Años que se van en un abrir y cerrar para partir desde el principio.

2

Laboratorio de ejercicios interconectados bajo el dulce estatus de cachureos suspendidos en el tiempo; sea basura espacial o un recuerdo feliz.

2.1

Alusión, respirador artificial. Añejas virutas de luz de pronto despabiladas de un soplo en la córnea. En ningún caso suspendidas por su propia fuerza. Eso y de seguro algo más.

3

Cuando fuimos felices nadie prestaba atención, por eso estuvo tan bueno. El paté de la ética. Explicaciones complicarían, descripciones aletargarían. El estanque de Pathos: poéticas patéticas, poética de lo challa. Luz y jocoso desperdicio.

4

Tan frágil que conmueve. Esbozos que gestan la vida nueva y el acecho de su grácil perecimiento que nos hace caminar en puntillas cosa de no despertar. Sea cuanto podría haber sido.

4.1

Pero sin duda algo es algo. Suena sincero, casi digo inocente, y no sé lo que significa genuino; quizás cuanto no sufre ante la idea de ser algo más. Justo y necesario. De lo bueno poco, y si es necesario es posible.

5

Cada uno como si fuera el último. La casa en el ojo del huracán y todos parados en un recuerdo del futuro.

6

Una frugalidad reacia tanto al tema como al adornado de departamentos −sea la retención de la belleza− se ríe y olvida por qué en un mismo movimiento.

7

Cuando cada gesto es una postura, la vida se hace insoportable. Dejen ser al gesto, que es proceder por sutilezas. Dulce es la escaramuza.

[¿De qué están hechas las niñas pequeñas? de Leonyza Chañillao en Instituto Telearte]