Toda certeza se estrella contra el cielo

el rocío y la escarcha descienden de las estrellas; los vientos, calientes y fríos, descienden de las estrellas; las estrellas descienden del cielo al regazo de una doncella; son las ascuas del fuego de la creación

ELIOT WEINBERGER

las estrellas brillarán

nuestro amor renacerá

LOS ÁNGELES NEGROS

escribir sobre las estrellas y nunca acercarse lo suficiente. dime lo primero que deseaste ser cuando chico y te diré quién eres. lo primero que quise ser fue astronauta. en parte por escapar del planeta, en parte por estar enamorada de esa lejanía. tenía estrellas fluorescentes en el techo y apenas podía dormir con tanta alucinación. si miraba al suelo me encontraba con alfombras de fondo espacial. un amigo me dijo: la estrella, la añoranza infinita y el barranco de la melancolía. todo aquel anhelo por lo imposible puede derivar en un desastre (que significa «infortunio astral»). pero no todo ha sido star-system ni ilusiones tramposas. nuestra necesidad de mapas nace de observar los cielos: constelar es el verbo cósmico que reúne nuestra pasión por hacer relaciones imposibles. ¿por qué no hablan las estrellas? porque las hemos hecho callar, a fuerza de miedo. y sin embargo, su destello es el testimonio de nuestra finitud, queremos descifrarlas para sentirnos únicas: estamos de paso una vez. el firmamento es este catálogo de luces y nebulosas que nos llegan diferido: vestigio de luz en estrellas que quizás ya no vivan. entonces finitud y anhelo se funden en el impulso de traer a tierra. este impulso nace como aquella chispa de deseo en la estrella fugaz. ya no queremos irnos, sino atraerlas hacia acá, que nos inventen promesas. que se estrellen, que viertan su líquido maníaco, que barnicen nuestra piel con secretos. salpicar el destello para firmar nuestra huella. y quién no se ha imaginado como la rima fiel de la danza incesante de las estrellas o los átomos, nuestros cuerpos desiguales con parentesco metafórico. mirar el cielo es de una ingenuidad absoluta. y adentro, en las mismísimas partículas elementales, la cifra nos dice lo mismo. toda certeza se estrella contra el cielo. atrapadas en el ciclo de la materia, la velocidad de la luz lo cruza todo con un destello relampagueante. lo finito y lo infinito no son opuestos: son dos caminos, dos fuerzas complementarias desde que tejemos la realidad con instinto astral. acaso traer a tierra es congeniar lo finito y lo infinito, inventarles una fórmula común, hacer de aquel dilema nuestra constelación: un fragmentario de pequeñas letras, todas unidas y separadas a la vez, todas eternas y muertas a la vez

[Destello a tierra de Javiera Gómez en Galería NAC]