Tranquilos en lo real
¿Cómo es que seguimos aquí? ¿Cómo es que no se termina de derrumbar todo? Por momentos pareciera que la vida y la existencia son a contracorriente, que los grandes desastres universales y los pequeños desastres cotidianos son su más propia y esencial condición de posibilidad.
Pero en el ¿por qué hay algo antes que nada? y ¿por qué hay mal antes que bien?, en el fondo, no es posible reconocer ni conceptos ni sus diferencias, “puesto que ambas son portadas por un «hay» que no es ni ser ni nada, ni bien ni mal, y sin el cual todo eso se desmorona o por consiguiente se ha desmoronado ya”[1]. El «hay», escribe Blanchot, se burla de las preguntas que se refieren a él, como el agua de las represas que la contienen, la lava de las nubes que la rodean, la muerte o el amor de quienes sobrellevan su ocurrencia.
Y así, de entre las muchas sensaciones, emociones, energías, ideas que no pueden explicarse en el lenguaje, parece que la que más me cuesta entender es la referida a esa capacidad —humana, pensé en primera instancia, pero más bien vital— de siempre anteponerse y continuar. Cuando se ha caído todo, de alguna manera el no-recurso se hace energía. Porque la dificultad y el impedimento pueden ser también terreno fértil para ese poder particular, que se alimenta de la nada. El poder de no entender, de no querer cambiar la realidad. Un impulso: vida, eros. Una amenaza: muerte, eros también. Acaso el final es igualmente el principio; acaso vivir es con morir.
Luego de la nada queda ver, encontrar, apreciar lo que simplemente es y está. Un todo abarcable, a escala manual, al alcance de la mano. Rendirse como un medio, dormir tranquilos a pesar de, “La mayor nobleza de los hombres es la de levantar su obra en medio de la devastación, sosteniéndola infatigablemente, a medio camino entre el desgarro y la belleza”[2]. Quizás sea sólo en esos precarios equilibrios de caos y tranquilidad donde se pueda abrir un espacio en el que la belleza sea verdad, y lo posible logre encontrarse con lo real.
[Tranquilos en medio, duermen de Pilar Elgueta en Galería +Arte, Quito, Ecuador]
[1] M. Blanchot (1980) La escritura del desastre. Madrid: Trotta, 2015.
[2] E. Sábato (1998) Antes del fin. Barcelona: Seix Barral, 1999.